Hablar de la muerte nos incomoda, lo sé. En los últimos meses, al conversar con familiares, conocidos, clientes y extraños sobre el tema o sobre mi trabajo de doula de duelo y fin de vida, el 98% de las veces noto incomodidad en sus rostros o en su lenguaje corporal. Entiendo que esto sucede porque nos han enseñado a temer la muerte, a evitarla como si, al no mencionarla pudiera dejar de existir. Pero, ¿qué pasaría si en lugar de huir de ella nos detuviéramos a mirarla de frente? ¿Si en lugar de verla como el fin, la viéramos como una parte imprescindible del todo? La muerte es inevitable, sí. Pero lejos de ser un recordatorio trágico, puede convertirse en una invitación a vivir con más intensidad, con más conciencia y con más amor. Con esto no digo que debamos resignarnos sino que debemos transformar nuestra relación con ella.
Hace unos meses comencé este blog con la intención de comunicar sobre la importancia del uso de la fotografía como herramienta terapéutica antes y después de la muerte. Sin embargo, al reflexionar sobre las conversaciones que he tenido, en las que muchas personas me han admitido, consciente o inconscientemente su miedo a la muerte, he replanteado el propósito de este espacio y lo que deseo comunicar.
Soy consciente de que, desde pequeños, la mayoría de nosotros crecemos con la idea de que la muerte es algo triste y temible. Sin embargo, en muchas culturas se entiende como una transición natural, como una puerta a algo más grande que nuestra comprensión. ¿Podría yo contribuir a cambiar la perspectiva de quienes le temen? Para mí, hablar sobre la muerte no significa atraerla sino reconocer que está ahí, siempre a nuestro lado… paciente. Y que, paradójicamente, su existencia es la que nos brinda el mayor regalo de todos: el tiempo. Cuando tomamos conciencia de que nuestra vida es finita esto nos permite valorarla más. Nos recuerda que cada día es una oportunidad para amar, aprender y crear recuerdos con quienes más queremos, porque eso es lo que realmente importa, lo que nutre nuestra humanidad. Imagina por un momento que te dan un libro sin final. ¿Lo leerías con la misma emoción? ¿Te importaría la historia si supieras que nunca terminará? La muerte nos da el cierre necesario para apreciar el valor de cada capítulo de nuestra inigualable historia.

Creo que el darme cuenta de lo efímeros que somos y de lo rápido que pasa el tiempo fue lo que me atrajo, de manera casi compulsiva, a la fotografía documental y a utilizarla como una poderosa herramienta para desafiar el olvido. Cada foto es un testimonio de nuestra presencia aquí, de que amamos, de que fuimos parte de algo más grande que nosotros mismos. Cuando ya no estemos en este plano serán esos momentos capturados los que nos mantendrán presentes en la memoria de los demás.
Volviendo a mi pregunta sobre cómo puedo contribuir a cambiar la perspectiva de quienes le temen a la muerte he decidido, pues, hablar más sobre ella. Obviamente, seguiré compartiendo sobre la fotografía documental y seguiré recordándote y dándote herramientas para que crees YA tu patrimonio fotográfico generacional. Pero también aprovecharé para hablar sobre cómo podemos convivir con la idea de que, en algún momento de nuestra vida, la muerte nos hará una visita. Deseo que este espacio sea un refugio donde puedas leer sobre cómo algunas personas han hecho las paces con la muerte, cómo otras han aprendido a convivir con ella trabajando sus duelos y cómo otras más honran la vida mientras esperan su llegada. Todo esto con el propósito de que, cuanto más puedas entender este último ciclo de vida, mejor y más conscientemente puedas vivir.
De hoy en adelante, cada vez que visites este espacio quiero que recuerdes que en lugar de temer o preocuparnos por la muerte, debemos elegir aprovechar, celebrar y vivir de manera presente nuestra vida. Debemos amar sin miedo, con conciencia, dejando huellas en quienes nos rodean. Después de todo, la muerte no es la fatalidad de la vida sino el cierre que deberíamos tratar como el broche de oro de la misma. Ese broche que celebra no cuánto tiempo pasamos en este mundo sino cómo vivimos y cómo hicimos sentir a los demás mientras estuvimos aquí.
Un abrazo,
Milaysha 💛